Si estás buscando tu próxima escapada, aquí te comparto dos lugares que amo profundamente y que tienen algo en común: ¡energía que se siente en el alma!
Puerto Rico: sabor, color y “chinchorreo“
En mi isla, cada rincón es una experiencia.
Si te gusta el mar, no puedes dejar pasar las playas del oeste: Rincón, Aguadilla y Cabo Rojo son ideales para desconectar y ver atardeceres de postal. Pero si quieres la joya escondida, apunta esto: Playa Flamenco, en la isla de Culebra. Arena blanca, agua cristalina y uno de los atardeceres más mágicos del Caribe.
Y para quienes disfrutan más del verde que del azul, el “chinchorreo” por la montaña es imperdible. Así llamamos a recorrer la isla por el centro –como por Ciales, Orocovis o Corozal– parando a comer en pequeños restaurantes locales. Buen ambiente, gente auténtica y comida criolla deliciosa.
Medellín: cultura, arte y café con historia
Medellín también es para ir con amigos, reír, probar una bandeja paisa (no te hará falta cenar jajaja ), y disfrutar un buen café colombiano con vista a las montañas.
Medellín me sorprendió en cada paso.
Te recomiendo subir a la Piedra del Peñol en Guatapé para una vista que corta el aliento. Y si eres curioso como yo, la Comuna 13 es un lugar que hay que visitar con respeto: colorida, llena de arte urbano, historia y transformación.
Cada viaje se vive mejor con los cinco sentidos despiertos.
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