Dicen que uno nunca olvida de dónde viene, y yo vengo de una tierra que vibra fuerte y dulce a la vez. Nací en Ponce, pero crecí entre los colores, sonidos y sabores de Bayamón, una ciudad que me enseñó lo que es tener alma caribeña con ritmo urbano.
Puerto Rico no es solo mi hogar; es mi raíz, mi orgullo y mi mayor inspiración. Es el lugar donde el mar besa la tierra con fuerza, donde la música te encuentra en cada esquina y donde las sonrisas no se esconden.
Si tuviera que elegir un pedazo de cielo, lo encontraría en un atardecer en Rincón, viendo cómo el sol se esconde lento entre olas perfectas. El noroeste de la isla tiene una magia especial… libre, relajada, simplemente hermosa.
Y si lo tuyo es el verde, el silencio y la conexión con la naturaleza, te invito a perderte por las curvas de Ciales o Corozal. Sus montañas son un regalo a la vista, y su gente, amable y auténtica, te hace sentir en casa desde el primer café.
Mi isla no es grande, pero tiene sabor de sobra: en su comida criolla, en las noches de chinchorreo, en cada plaza iluminada en diciembre. Porque las Navidades en Puerto Rico… no se explican, se viven.
Puerto Rico es alegría, sabor, música, historia, paisajes y gente. Es una experiencia que te abraza.
¿Te animas a visitarla?
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Con gusto te comparto mis lugares favoritos, desde restaurantes, playas escondidas, hasta las mejores barras para cerrar el día con buen ambiente.
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